sábado, 26 de febrero de 2011

ERES TU MI PERVERSION

Tengo miedo y ,…, tengo fuego.
Tengo una perversión.
Tú te ríes, yo me quemo,
pero no puedo pensar en otra opción
Eres todo lo que deseo:
puro sexo y adicción.
Yo me enciendo con tu juego
de placer y seducción.
Necesito verte de nuevo
aunque tú seas el reina
y yo el bufón.





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martes, 22 de febrero de 2011

PORQUE MUERE EL AMOR

El mar ,que tantas poesías evoca,
recuerdos de un amor que naufragó,
tanta agonía de sábanas frías,
y no fue la tormenta  quien se lo llevó.

Fue la muerte, quien está siempre atenta
a  llevarse lo que hizo nacer el amor.
Muere el misterio, el juego, el  flirteo.
Y nace la desidia entre los dos.

Si estás aun dispuesto.
Si  merece la pena arriesgarte a un “ya no”.
Cambia de rumbo y vuélvete al puerto,
pliega las velas y enciende el fuego de la pasión.
Que ella aún espera en la playa desierta
Pensando en poesías que el mar se te tragó.


Autora: Nuria L. Yágüez


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domingo, 20 de febrero de 2011

IMAGEN DE MIS MANOS, DE MIS OJOS, DE MIS LABIOS

Hoy solo eres el reflejo de mi mente en la pantalla.
Mis manos te acarician, mis ojos te recorren,
pero la soledad me delata.

No he escuchado tu voz.
No he olido el perfume de tu cuello.
No he mordido tus labios frescos.
Ni te he visto en movimiento.

A veces tengo miedo
de que se rompa el espejo,
y al cruzar al otro lado
ya no quede ni el recuerdo.

Déjame serte sincera
y acurrucarte en mi regazo.
Que ya nunca quieras irte,
y solo desees mi fiel abrazo

Yo solo quiero saber si estas viva,
si existes, si eres de verdad,
si eres más que unas letras en la pantalla
que me han hecho volver a vibrar.  



Autora: Nuria L. Yágüez


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jueves, 17 de febrero de 2011

VIVIR CORRIENDO

-Maestro ¿porqué vivimos todos corriendo?

-Porque todos queremos llegar a tiempo

-¿Llegar a tiempo? ¿A dónde?

-A ningún lado, porque lleguemos donde lleguemos, saldremos de allí corriendo.



Autora: Nuria L. Yágüez


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martes, 15 de febrero de 2011

TE ECHO DE MENOS AMAYA

Hoy te escribo esta carta querida Amaya, para decirte lo que nunca te dije y es lo enamorada que estoy de ti. Te amo como no he amado a nada, ni a nadie. Te amo como está prohibido amar, con la locura y la inconsciencia de un adolescente. Quizás fue por no decírtelo a tiempo, que desapareciste de mi vida. Todavía puedo recordar como fue que te perdí, poco a poco, paulatinamente. Entonces no me di cuenta de que te estabas yendo de mi lado, pero ahora puedo verlo con la claridad que da la distancia. Te echo de menos Amaya.

            Quiero contarte porque quizás tú no lo sepas , que tuve una hija y se llama Amaya, igual que tú. Mi mujer actual siempre pensó que era por ella, pero yo lo propuse e insistí porque necesitaba recordarte a diario. Necesitaba poder pensar que habías existido, para poder seguir adelante con mi vida. Necesitaba recordar nuestros momentos más felices. Aquellas risas al tratar de escondernos de tus padres. Los encuentros a escondidas de todos. Aquellas sesiones continuas de besos y arrumacos en los últimos asientos de un cine. Aquellas caricias en la oscuridad de nuestro cuarto. Te echo de menos Amaya.

            Todavía puedo recordar como si fuera ayer, el día en que te pedí matrimonio. Con la rodilla clavada en el suelo y un anillo de diamantes cuidadosamente colocado entre las rosas del parque. Tuve que ahorrar durante muchos meses, pero todo era poco para ti. Te ahogaron los sentimientos. Te ruborizaste, porque la gente que pasaba por nuestro lado, no disimulaba al mirarnos. Pero no dejabas de sonreír. Yo se que te gustó que te lo pidiera así y allí, pero no me dijiste nada. Nos casamos como, cuando y donde tú dijiste y hasta que no te lo preguntó el alcalde no escuché el si de tus labios. Dios mío, como te echo de menos Amaya.

            Luego llegó la rutina y poco a poco te fuiste yendo. Ya te digo que entonces no lo noté. Algunos días no volvías a casa. Otros sólo nos veíamos durante unas horas. No te extrañé, pero hoy te echo de menos Amaya.

            Llegó un día en el que no te volví a ver. Me quedé sola, muy sola. ¿Dónde te fuiste? De pronto, el tiempo me trajo una nueva vida. Una nueva esposa. Pero ella jamás ha conseguido hacerme sentir lo que junto a ti viví. Si te soy sincera, ni aún entonces me pregunté por ti. Sin embargo hace unos días te vi de nuevo. Te busqué con la mirada. Me armé de valor y me acerque a ti, te hablé como si nada hubiera pasado entre nosotras, pero tú estabas absorta en tus pensamientos y no me escuchaste. Te vi sonreír pero cuando por fin me viste se borró la sonrisa de tu cara. Busqué el acercamiento por todos los métodos que conozco. Te busque en todos sitios, hasta en mi cama, pero no te encontré. Te eché de menos Amaya.

            Hoy ya no has podido ocultarlo más. Yo empezaba a sospechar que tu vuelta no tenía nada que ver conmigo. Hoy me lo has confirmado. Hay otra mujer y te vas con ella. Te llevas a nuestra hija Amaya, pero me dejas todo lo demás. Todo lo que no quiero. Ella fue la que sacó de ti, la Amaya que tanto extraño hoy. Y ya no tengo nada que hacer, a pesar de amarte con toda mi alma. Solo echarte de menos, Amaya.



 Autora: Nuria L. Yágüez

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lunes, 14 de febrero de 2011

UNA MAS UNA SUMAN UNO


Tú, siendo solamente tú,
y yo, siendo solamente yo.
Para que una más una sumen uno
y no seamos la mitad de dos.
Siendo seres completos,
manteniendo el fruto de una unión
siempre que haya un futuro
y solo si brilla la pasión.
Eso es solo lo que exijo
y  todo eso es lo que doy.





Autora: Nuria L. Yágüez


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domingo, 13 de febrero de 2011

ALAS PARA VOLAR





Llena de aire tus alas
y dejate llevar,
hasta donde no existan lo recuerdos,
hasta donde dejes de llorar,
y suelta el yunque que cargas
para que puedas despegar.




Autora: Nuria L. Yágüez


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miércoles, 9 de febrero de 2011

CUANDO LA SONRISA QUISO SER MAS QUE UNA SONRISA

         En esos tiempos vivía la sonrisa feliz porque era una sonrisa y las reglas de las sonrisas decían que debía ser feliz y sonreír, sobre todo sonreír. Caminaba por todos lados alegrando a quien se cruzaba con ella y buscando otra sonrisa para confirmar la belleza de una sonrisa. Cuando la sonrisa se encontraba con la apatía, esta terminaba sonriendo. Y aunque con el paso del tiempo recuperaba su condición de apatía por lo menos por un segundo había sonreído.

Un día la sonrisa se encontró con el beso. El beso sonrió y se mostró tan agradecido, que besó a la sonrisa. Así la sonrisa descubrió un sentimiento nuevo que nunca había experimentado. Había descubierto la emoción del amor. Pasaron los días y ese sentimiento no desaparecía. Se sentía turbada, pues a ella siempre la habían dicho que una sonrisa debía ser feliz. Pero ahora además de ser feliz había descubierto que también podía amar.



Entonces corrió en busca de otra sonrisa para pedirle consejo. Al encontrarse con ella, esta le explicó que aparte de ser feliz se podía sentir otros muchos sentimientos. Yo soy jovial y activa. Pero ahora estoy pasando por una etapa de transición y en ocasiones me encuentro triste y desorientada. Necesito hallar el equilibrio emocional que me falta y se que mi condición de sonrisa me ayudará en este nuevo camino. En los días que pasó con ella aprendió algo que le hicieron plantearse muchas cosas. Porque ella siempre había sido feliz siendo una sonrisa, pero se había sentido tan bien sintiéndose amada,..., Se le había despertado una sensación de desasosiego que le hacía sentirse incómoda, quería aprender de todos esos sentimientos que nunca había notado. No entendía como una sonrisa podía estar triste y desorientada sin dejar de ser sonrisa. Pero en realidad ella estaba sintiéndose amada e incluso un tanto confusa por aquella nueva revelación.

Había tantos sentimientos por descubrir que sintió la necesidad de aprender.

La joven sonrisa empezó a observar su entorno aquí y allá. Empezó a intuir los sentimientos que se encontraban detrás de la seriedad, del silbido, del beso, de la negación y del suspiro. Descubrió sentimientos muy bonitos y algunos muy duros, pero ninguno le inspiró como para dar sentido a su felicidad.

Entonces se encontró con otra sonrisa muy adulta y sentados en un banco del parque hablaron. La sonrisa joven pacientemente escuchó cada una de las palabras que la sonrisa mayor pronunció. No pasó por encima de sus palabras. Las esculpió dándoles forma con sus labios como el artista que sabe que está creando una obra para el futuro. Puso todo su amor en cada letra, en cada acento y en casa silencio, para dar ritmo de bolero a su suave canción. Pausadamente explicó con bellas palabras, sin tratar de enseñar, si no de que la joven sonrisa descubriera por si misma, el sentido de los sentimientos.

“Los sentimientos –explicó sin decir- no son para conocerlos, si no para dejarse invadir por ellos” La joven sonrisa nunca supo si aquella lección se la habían enseñado a propósito o no. Solo le hizo mirar dentro de sí misma, para reconocer que la búsqueda había terminado. Este sentimiento que anhelaba era la humildad, la intuición y la pureza de espíritu. Y que lo único que necesitaba era la serenidad y el equilibrio para reconocerlos y disfrutarlos.

Lloro de alegría por saber la riqueza que albergaba en su corazón.

Se rodeó de sabios en el tema y realmente aprendió muchas cosas. Pero ella se sentía diferente a todos aquellos maestros y en su empeño empezó a parecerse más a ellos que a sí misma. Había trabajado buscando la paz espiritual, la serenidad y el equilibrio pero notó que cuanto más se acercaba a ellas más se alejaba de la expresión que siempre le había caracterizado. Estaba dejando de ser sonrisa y entonces dudó.

No muy lejos de allí andaba el abrazo y este como siempre atento a la debilidad, acudió corriendo a abrazarle. La sonrisa recuperó su exquisitez como sonrisa. El abrazo dulce, amoroso, sensible le habló con la sabiduría que le otorgaba haber pasado ya por esa fase del aprendizaje. Nunca pierdas tu sentido de ser –le dijo- busca siempre lo que deseas poniéndolo primero en ti.  Convéncete de que eres sereno y encontrarás serenidad en todo lo que te rodea. Pero no dejes de ser tu mismo. Nadie puede decir que una sonrisa no pueda ser serena. Otros pensarán que una sonrisa no puede ser intuitiva porque si intuye la tristeza de la apatía podría contagiarse. Así que si te lo propones, tú puedes ser lo que tú quieras, pero nunca, nunca trates de ser igual que los demás, sino como tú sientas y necesites ser.

Con el paso del tiempo, mucho trabajo y constancia un día se sorprendió al ver una bella sonrisa, radiante de plenitud, serena y llena de los más bellos sentimientos que jamás conoció.  Le sonrió y ella le devolvió la sonrisa de inmediato. Deseó ser tal y como ella era, no pondría ni quitaría nada. Quería para si todos y cada uno de los sentimientos que observaba e intuía.
-          Que linda sonrisa eres- le dijo.
-          No soy una sonrisa, soy solo un espejo. Y reflejo lo que veo.

Aquel día y de aquella forma la joven sonrisa descubrió que su etapa de aprendizaje estaba dando sus frutos, pero la humildad que siempre había llevado dentro le hizo reconocer que no había concluido.




 Autora: Nuria L. Yágüez


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