domingo, 28 de noviembre de 2010

VIVIENDO CON LO PUESTO

Río, brinco y salto,
y casi nunca me lamento,

disfrutando lo que tengo
aunque viva con lo puesto.

Brindo, siento y canto,
y de todo me sorprendo.

Si siento que algo he perdido
es porque un día me fue dado
y como vivo el día a día
seguro lo he disfrutado.


Texto creado por: Nuria L. Yágüez

Leer más de la autora      Leer más poesía

Seguir leyendo(...)


jueves, 25 de noviembre de 2010

CONDENA AL MALTRATO DE GENERO


25N Día internacional contra el maltrato

Hola cariño, se que estas en casa y borras los mensajes porque de no ser así hace veinte días que
se habría agotado la cinta.  Por favor cógeme el teléfono,...,   No podemos seguir así, no podemos
seguir eludiendo nuestras responsabilidades.  Si tu no quieres hablar conmigo deja por lo menos que
hable yo con ella ,..., Si cambiaras de opinión llámame. Un beso


Hola Amanda soy yo otra vez. Hoy me he pasado por casa Y he visto luz. Se que estáis ahí aunque no quieras hablar conmigo, pero tu contestador es terco y me sigue la corriente. Creo que tengo algún derecho aunque solo sea por los años que viví contigo. Tengo derecho a ver a mi hija y a verte a ti porque siempre serás mi esposa. Tengo derecho a que me des una explicación y me digas exactamente qué ha pasado para que estemos así. No me creo lo de ese amante tuyo. Creo que es mentira lo que pasa es que es más fácil decirme eso. Me dices que hay otro para que me enfade y no insista. Lo malo es que duele, aunque piense que es mentira duele. Quiero ver a mi hija. Necesito ver a mi hija. Ya no por mí, sino por ella. Pienso que se la romperá el corazón, si no está conmigo, si no habla conmigo. Sabes que siempre hemos estado muy unidos. Os hecho tanto de menos,..., Hecho de menos aquellos besos y aquellas caricias, pero ya no es solo eso. Te echo de menos a ti. Aquel juramento de querernos hasta la muerte sigue vivo en mí. Y sé que en ti también, aunque no quieras reconocerlo.


Hola Amanda estoy aquí de nuevo al otro lado de la puerta. Te estoy oyendo llorar y sé que tú puedes oírme a mí mientras grabo el mensaje en tu contestador. ¿Sabes? ya es intimo amigo mío. No llores por favor. No sé que estará pasando por tu cabeza pero debe ser muy grave para que me eludas de esta forma. Me rompe el corazón oírte llorar al otro lado de la puerta. Nunca te había visto llorar y estoy preocupado. Ábreme. Déjame al menos que seque tus lágrimas, que te consuele mi hombro y te abracen mis brazos. Tal vez un médico pueda ayudarnos. La psiquiatría está muy avanzada y seguro que tiene un remedio para lo que quiera que te esté pasando. No es nada del otro mundo tener que acudir a un psiquiatra. He estado informándome y estoy dispuesto a ir contigo si él lo creyera conveniente.

Te quiero ahora más que nunca, porque sé que ahora me necesitas. Me estoy quedando sin batería pero hablaré hasta que se corte. Ayer la vecina de enfrente me trajo un café, porque hacía frio mientras esperaba a que volvierais de la calle. Pero no te vi. Probablemente me viste tú primero y os fuisteis y volvisteis cuando me quedé dormido. ¿Pasaste por encima de mí? Se hacen largas las horas sin ti. Esperando a que un día me abras este muro infranqueable que es mi propia casa. Esa coraza que te creció en el corazón se hará más dura mientras no hablemos. Sigues llorando y cada lágrima que cae sobre tu regazo se clava en mi alma como un arpón. Necesito veros a las dos. Y besaros los labios, como siempre he hecho. Necesito acariciarte el pelo. Tu pelo rubio y sedoso. Sé que algo debo haber hecho aunque no sepa el qué. Tú deberías decírmelo, deberíamos ha ,..., piiii


Hola mi niña vuelvo a ser yo. Hoy he ido a ver a tu psicólogo y no le he sacado la más mínima palabra. Me ha dicho que te echaba de menos y que te ha llamado pero no le has cogido el teléfono. Yo creo que ha sido compasión. Creo que pensó que me sentiría muy mal si me hubiese dicho que con él si hablas. Si en realidad es así, que no le coges el teléfono a él tampoco, creo que deberías hacerlo. Tal vez hablar con él pueda ayudarte. Tal vez pueda ayudarnos. Tal vez yo también debería hablar con él, eso podría ayudarte a ti. Todo lo hago por ti. Mi mente es un mar de dudas y no creo que él sea capaz de aclarármelas. Pero tú sí. He decidido que si hoy tampoco me hablas voy a darte tiempo y distancia. No seguiré esperando día tras día al otro lado de tu puerta. Voy a alejarme unos días para que puedas pensar en paz. Así que si a partir de mañana no escuchas mis mensajes desesperados no me echéis de menos, ni tu contestador ni tú. Bueno os quiero mucho a la niña y a ti pero debo irme.


Eh tu. Sé que ayer te prometí no volverte a llamar pero que cojones es mi casa y llamo porque me sale de los,...,


Se me ha cortado. Que salgas de una puta vez, ¡ostias! Eres una,..., ¡Coño déjame el teléfono! Es mi mujer y la llamo lo que quiero. Dame el puto teléfono. ¡Quita joder! Que leches voy a empeorar, si ya no hay nada que pue,...,


Hola Amanda. Quiero pedirte perdón. Ayer estaba muy borracho y no era consciente de mis actos. Me junte con Julio y me calentó la cabeza demasiado. Creo que ahora sí que lo he jodido todo, pero tú sabes que ni pienso, ni he actuado nunca de ese modo. No sé ni lo que dije. No hay palabras suficientes para pedirte perdón, porque sé que no hay perdón que valga. No sabes hasta que punto estoy arrepentido. Tanto que estuve a punto de coger mis llaves y entrar a por la cinta del contestador. Pero te prometí no usarlas hasta que tú me dieras permiso y yo siempre cumplo mis promesas. A pesar de lo que puedan traer consigo. Tanto que un día jure amarte hasta la muerte y a pesar de que tú dudes de lo que un día estabas tan segura, yo no. Y a pesar de que se me rompa el corazón en mil pedazos y lo pises con crueldad, no dejaré de amarte nunca. Bueno como también te prometí darte un poco de distancia esta será mi última llamada.


Hola Amanda. Hoy hace tres días de mi última llamada y las cosas no han cambiado, pero hoy es el cumpleaños de mi hija y me gustaría felicitarla. Por favor, déjame hablar con ella. ,.., Solo llamo para eso

No puedo creer que me nieges esto que te pido, solo quiero felicitarla. Que sepa que su padre se sigue acordando de ella cada minuto que vive. No sabes hasta que punto me ha costado no llamaros estos días. No sabes lo que me costó veros pasar la otra tarde a dos metros de mí y morderme la lengua para no saludaros. Pero tal vez tú lo habrías interpretado como una traición. Yo no os busque pasasteis por delante de mi pensión. Ibas camino del psicólogo, de modo que ahora sé que por lo menos con él si que hablas. Si tú quieres que las cosas sigan así sumidas en este eterno monólogo entre tu contestador y yo, así seguirán. Pero quiero que sepas que no es grato ni para mí, ni para nadie estar sentado en tu felpudo como un perro esperando las sobras de tu amor. No obstante creo que mi paciencia es más grande que mi desánimo, así que resistirá. La niña también es mía y tengo el mismo derecho que tú sobre ella. Solo digo que no me gustaría tener que actuar como esos padres que desaparecen con sus hijos para hacer sufrir a las madres. Piénsalo, es tu decisión.


Hola Amanda he vuelto a ir a tu psicólogo. En un principio me dijo que ya no ibas pero le aseguré que te había visto salir de su consulta y finalmente dio su brazo a torcer. Aun así no quiso contarme nada. Dice que sus consultas son íntimas, que se debe al secreto profesional. No lo entiendo, si tu vas a contar nuestras historias a un tio a cambio de dinero ¿qué intimidad puede haber en ese acto? Lo único que me dijo es que estabas mejorando y cuando insistí me amenazó con llamar a la policía. Entonces le dije que de acuerdo que si a ti podía aconsejarte por dinero, que yo le pagaría para que me aconsejara a mí. Supongo que ya lo sabrás porque hoy ha sido día de consulta y él no estaba, pero quería que supieras mi versión de los hechos. El podría haber tergiversado las cosas, así que no me quedó más remedio que hacerle lo que le hice. No quisiera que supieras lo que le dolió en primera persona.


Sigo aquí, un día más haciendo guardia ante tu puerta. Me estoy empezando a cansar, así que creo que cambiaré de táctica. Me he comprado una tienda de campaña y haré una manifestación en tu jardín. En nuestro jardín. Huelga de hambre. Suena duro, pero tú me estás empujando a ello. He dejado el trabajo para poder vigilarte a todas horas. Así no podrás salir de mi casa sin toparte conmigo. Ni siquiera comprarás el pan sin ver mi fea cara. Tal vez así te dignes a dirigirme la palabra aunque solo sea para pedirme paso. A mirarme a los ojos para apartarme de una patada. A recordar que un día fui parte de tu vida, todo eso sabrás cuando pases por encima de mí. Y si no sales o se te ocurriera llamar a la policía atente a las consecuencias.


Ya estoy aquí. Ya no podrás volver a deshacerte de mí nunca más. Ya no podrás hacer que mi hija se olvide que un día tuvo un padre. ¿Qué la dirás cuando la tengas que decir que no podéis salir de casa? No creo que la hayas dicho como otras estúpidas que su padre murió y está en el cielo cuidando de ella. No, tú no eres así. No eres tan inteligente como para poder inventar una historia completa. Déjame verla o empezaré la huelga de hambre en este mismo instante. Es la última vez que te lo pido. Bueno Amanda odio tener que haber llegado aquí pero la próxima vez que hablemos será aquí fuera. O en el cementerio. Porque te aseguro que o das tu brazo a torcer o esto llegara a la muerte. Pero porque tenemos que morir sin luchar. ¿Sabes qué te digo? Tengo la llave en la mano y voy a usarla. Voy a entrar y si quieres lucha lucharemos porque estoy muy cabreado. Tú me has obligado a hacerlo de nuevo. Luego no vayas a denunciarme, y si es así diles que te lo has merecido.
Vamos Valentín. Ya has tenido suficiente.
¿Quién es usted? ¿Quien ha llamado a la policía?
Vámonos Valentín. Sabes que esta no es tu mujer, que jamás has tenido una hija y que si dejas de tomar la medicación te pasan estas cosas. Venga vámonos. Tienes una sorpresa en el psiquiátrico ¿Sabes? Hemos plantado un árbol, tú nos diste la idea. Venga levanta. Buen chico. Apaga el móvil y dime de donde lo has sacado.

Hay más locos que los reconocidos
Nadie merece encontrarse con uno de ellos


 Autora: Nuria L. Yágüez

Seguir leyendo(...)


miércoles, 24 de noviembre de 2010

EL HOY EN UN ANILLO

La vida da muchas vueltas
redondas como un anillo.
No preguntes por el mañana,…,
Hoy solo se que te sigo

No busques un porque.
Tiritas como un pajarillo herido.
Anida hoy aquí en mi pecho,
si no me hieres; yo te cuido.

No preguntes por el mañana
y arrima tu fuego al mío,
que por muy valiente que me veas
mi alma también tiene frío.


Autora: Nuria L. Yágüez

Leer más de la autora      Leer más poesía

Seguir leyendo(...)


domingo, 21 de noviembre de 2010

LOS OJOS DE LA OSCURIDAD

Hoy es mi corazón el que cabalga entre mis costillas. Hoy soy yo la que se ha esforzado por sorprender tu alma. Hoy me he levantado temprano con el deseo de ver tu sonrisa ilusionada. Me he preparado un gran desayuno casi a oscuras y me he sonreído ante el espejo. Soy esa que me ha devuelto la sonrisa con entusiasmo. Al salir a la calle, vi el sol anaranjado saliendo por el horizonte y me he dicho que este será un gran día. Y hoy, es un gran día.

Ahora espero en la estación del metro. Siento una emoción casi incontrolable por verte y que me veas. Aquí, esperándote, con el nerviosismo que me provoca la propia alegría de estar aquí. Todavía no has llegado y me entretengo mirando las caras dormidas e inexpresivas de la gente. Y pienso que soy la única que siente una inmensa felicidad de estar aquí, en esta estación gris, fría e impersonal. Viene un tren con cientos de seres acostumbrados a pasar por aquí a diario, que caminan como autómatas en su rutina. Te retrasas y empiezo a preguntarme si será esta la estación que me dijiste. Pero creo que sí, así que sigo esperando.

Me parece que fue ayer mismo cuando hablamos de este lugar y hace casi ya tres meses. Tu esperabas en el ascensor y yo me acerqué a ti por detrás. Al abrirse las puertas me cediste el paso y yo me sorprendí porque pensaba que no me habías visto. Tu sonrisa como siempre radiante y tu exquisita educación volvieron a reflejarse en tus palabras.
- Hola Nora ¿Cómo estás?
- Bien gracias. A casa a descansar que ya es hora- Te dije por no decirte que estaba hasta las narices de trabajar.
- Eso está bien, hoy hemos trabajado duro y nos merecemos un buen descanso.- Tu siempre eres correcto y aunque ahora me encanta, al principio me irritaba que siempre tuvieras en la recámara las palabras que yo esperaba escuchar.




De pronto el ascensor se detuvo entre dos pisos y todas las luces se apagaron. No había movimiento. El pánico había entrado con nosotros en el ascensor sin ser visto y ahora se había abalanzado sobre mí sin compasión. Tú no hablabas. Mi respiración empezó a acelerarse como si en vez de bajar los doce pisos que habíamos bajado en ascensor lo hubiera hecho a pie.
- Nora. -Creo que estaba rezando en alto, como siempre hago cuando el terror me invade con sus horribles tentáculos y eso a ti te pareció insólito.- ¿Nora?- Tus manos torpes avanzaron por la oscuridad hasta tocar mi hombro.- No te asustes, no pasa nada.- Entonces fui yo la que se aferró a  tu brazo mientras gritaba.
- Nora, no pasa nada, Nora, tranquila.- susurraste mi nombre.
- Son las once y media, no creo que quede nadie en el edificio. ¿Quién nos va sacar?
- Esto es un apagón momentáneo, enseguida vendrá la luz y continuaremos bajando.
- ¡Por un apagón de luz no se para el ascensor, imbécil!- Yo chillaba como una rata histérica mientras tu tratabas de mantener la calma por los dos. Cosa que me irritaba más todavía.

Fue entonces cuando comprendiste hasta que punto estaba asustada y cuando yo comprendí que además de los nervios estaba a punto de perder mi puesto de trabajo. Tu no dijiste nada. Me abrazaste con fuerza y empezaste a chistar como una serpiente en mi oído.
- Schissss. Venga tranquila. Te aseguro que no pasará nada. Schisssss. Posiblemente haya habido una sobrecarga de luz y el ascensor se habrá parado como método de seguridad.- Decías mientras me acariciabas el pelo.- Schisss, mientras estemos abrazados no pasará nada.
- Tengo fobia  a los sitios cerrados. Pero es la oscuridad la que me descontrola.- Conseguí decirte algo más calmada.
- Schisss, no pienses ahora en eso. No pienses en nada, schisss.- El simple contacto contigo me había hecho relajarme pero tus palabras como siempre oportunas aclararon en gran parte mis dudas.
- Prométeme que no pasará nada.- Te pedí.
- Schisss, -seguíamos abrazados y el aire que se escapaba entre tus dientes acariciaba mi oído.- No va a pasar nada.- Tus palabras transmitían seguridad y poco a poco iban apaciguando mis nervios. De pronto me dijiste- ¿Puedes recordar mi rostro?
- ¿Qué?- Pregunté sin saber que pretendías.
- Verás, yo describiré tu rostro y luego tú el mío.

Tratabas de alejar mi atención del problema y lo estabas consiguiendo. Empezaste a describir mi cara con una precisión extrema. Parecía como si lo estuvieras viendo en ese momento. Cada detalle de mi cara lo explicabas con paciencia y ternura, con seguridad, sin titubear.  Tu hablar pausado, educado, dulce, casi meloso iba embaucándome. Como una balsa que se mece en la corriente, al vaivén de las olas, ora arriba ora abajo, cadencioso, sereno. Tus palabras hipnotizaban mi mente y desnudaban mi alma. Ya no podía escuchar lo que decían. Tu voz llegaba a mis oídos desde muy lejos, como el rumor del viento en la rendija de una ventana. No conseguía comprender su mensaje, pero su tono grave alejó mis miedos.
- Ahora te toca a ti.- Volví a la realidad.
- ¿Qué? No ,..., no, no me atrevería.- Conseguí decir tartamudeando.

Sin verte, se que sonreíste. Entonces tus dedos ciegos tocaron mi boca y mis labios desearon besar los tuyos. Nos amamos lentamente sin rozarnos, nos dijimos cosas maravillosas en silencio y permanecimos abrazados toda la noche. Casi sin rozarnos. Cuando por la mañana abrieron la puerta, el jefe de comerciales y la secretaria del director salieron con rostros cansados y se fueron a sus respectivas casas. Pero en nuestro interior habíamos experimentado algo más. Algo que jamás olvidaré. Había nacido una gran amistad.

Fue así como aprendimos a besarnos con la mirada y amarnos con la sonrisa. Pero si a vista de los demás, incluida la nuestra, no podíamos amarnos, en nuestras mentes no teníamos límite.

Me extraña que no hayas llegado todavía. Miro el reloj y me pregunto si será el primer día en toda tu vida que llegues tarde. Justamente hoy que te estoy esperando. He visto llegar a tanta gente que no sé si te habrás ido sin llegar a vernos. Tal vez estés enfermo. Podría ser. Tal vez no fuera ésta la estación donde me dijiste que cogías el metro. Sólo hablamos una vez de ello, pero puedo recordarlo como si fuera ayer. Si no vienes antes de que llegue el siguiente tren optaré por irme, no puedo seguir esperando o seré yo la que llegue tarde.

- No puedo creer que recuerdes mi cara con tanta exactitud.- Te dije cuando nos sentamos cansados sobre tu abrigo.
- Siempre me he fijado en ti.- Tu voz seguía adulando mi cuerpo y alabando mi ego.-  Tienes una clase especial.
- Yo nunca había pensado en ti de esta forma. Te veía tan,..., inaccesible.
-  ¿Inaccesible?- Preguntaste incrédulo.
- Tú eres jefe. Tu tienes un despacho y una plaza de aparcamiento reservada. No creo haberte visto nunca en la parada del autobús.
-  No soy como los otros jefes.- Aseguraste con total convencimiento.- Yo vengo en metro, porque el autobús te deja más retirado. Como en el comedor de empleados  y no creo haberte visto nunca allí, por eso no creo que seas ,..., inaccesible.- Por primera vez te veía ponerte a la defensiva, y me gustó importunarte.
- Ahora ya lo sé, pero a mí me lo parecías.- Dije restándole importancia al asunto.
- ¿Porqué vienes en autobús?
- Es más cómodo.- Te mentí, sin conseguir que lo creyeras.- Lo cojo en la puerta de casa y me deja ahí mismo.
- Pero tienes que coger dos autobuses. El metro sin embargo es directo. Si bajas un par de calles puedes cogerlo en Argüelles. Y desde allí viene directo.
- Mario, ¿sabes donde vivo?- Hablabas como si realmente lo supieras.
- A cuatro manzanas de mi casa. Te he visto varias veces. Pero no te dije nada porque me parecías una persona ,..., - dudaste un momento y añadiste con una pícara sonrisa- ,..., inaccesible.

Me parecía mentira que supieras tantas cosas sobre mi vida. Hablamos toda la noche, sin pasar de las palabras. Sin embargo en nuestras mentes aprendimos a querernos. Fue después; casi cuatro días más tarde, cuando llegó a la oficina un ramo de rosas con una nota anónima. “Esta tarde estaré en el Afnac a las 19:30, busca el disco de Luz Casal, necesito verte otra vez a solas.” Mi forma de ser es asustadiza por naturaleza. El miedo volvió a atenazarme el estómago y pasé muy mal día. ¿Quién necesitaba verme otra vez? ¿Quién me había visto alguna vez a solas? ¿Quién estaría allí? Mi mente no paraba de hacerse preguntas y no podía concentrarse en su trabajo. Recuerdo que al pasar por mi mesa comentaste “bonito ramo, es una pena que haya algunas rosas que se marchiten”. Pienso que viste la duda en mi rostro e intentaste darme una pista. El caso es que sin saber porque a la hora acordada me encontraba  tras un expositor mirando hacia la esquina donde me habían dicho que estaba ese disco. Pasaban ya diez minutos y nadie conocido se detuvo en ese lugar. Por fin me acerque con desconfianza y al buscar el disco, que me habías dicho, vi una nota. "Gracias por venir, ahora si tú también quieres verme, ve al área de lectura, te estaré esperando. Mario”.  Sonreí como una tonta y corrí hacia donde me habías dicho. No se porque pero supe que tenías la seguridad de que iría. Cuando llegué me besaste en los labios como si lo hubieras hecho toda la vida. Reconocí el brillo de tus ojos, sabor de tus labios, reconocí el olor de tu perfume, la suavidad de tu tacto y la dulzura de tus palabras. Fue como llegar a mi hogar, a ese lugar donde siempre había estado antes. Nos fuimos a tu casa cogidos de la mano e hicimos el amor lentamente.

- Siempre te he querido.- Me susurraste al oído.
- Yo siempre te he esperado.- Después apagaste la luz y notaste como mi cuerpo se tensaba. Acariciaste mi espalda mientras chistabas.
- Schiss. ¿Te atreverías ahora a describir mi cara?
- No.- Dije con mucha tensión.
- Schiss, no hace falta que lo hagas con palabras. Piensa en alguna parte de mí que te guste y trata de imaginarla en movimiento. Siempre que tengas miedo piensa en algo que te guste.

Yo recordé tus ojos. Parpadeaban lentamente. Almendrados, claros, brillantes, pero sobre todo sinceros. Me habías regalado el disco y me dijiste que la segunda canción la podías haber escrito para mí, pero que le dejaste el privilegio a Luz Casal. Me gustó. Sonaba lenta, a un  volumen moderado, hablaba de que siempre confiarías en mi. Después de hacer el amor tenía tu aroma impregnado en mi cuerpo y desnudos sobre las ropas de la cama seguíamos abrazados. Cantabas la canción como si la hubieras escuchado muchas veces. Me enamoraste por segunda vez.

Ya no puedo esperar más cuando llegue al trabajo buscaré un momento para llamarte. Estoy preocupada, me extraña tanto que no estés ya aquí ,..., . Alguien se ha parado a mi espalda y sé que eres tu. He vuelto a olerte. Tu perfume me está abrazando por la espalda. Me hago la remolona y disimulo como si no lo hubiera notado. Por fin me doy la vuelta sonriendo, pero no eres tu. He perdido la sonrisa y decido irme en el siguiente tren.

Nuestros encuentros siempre fueron así. Cada vez más esperados pero en el fondo, sorpresivos y sorprendentes. Me llegaba una entrada de teatro por correo y casualmente tú tenías la de al lado. Volvíamos a vernos. Un día aparecía sobre mi mesa un billete de tren y un bono de hotel. Siempre ese hotel al lado del mar. El día del viaje, casualmente tú ibas sentado a mi lado y no tenías donde dormir. Me gusta ese tipo de sorpresas, porque ahora sé que vienen de ti. Me regalas la ilusión del amor cada día. El que en la oficina nadie lo sepa me gusta pues cuando nos miramos nos decimos cosas que sólo tu y yo comprendemos. Es un aliciente más.

Por fin llega el metro. Viene lleno y nos apretujamos unos contra otros. Eso me altera un poco, pero cierro los ojos y los tuyos aparecen en mi mente. Vuelven a parpadear con esa cadencia lenta con que siempre suelen hacerlo. De pronto me sonríen. Entramos en el túnel y mi corazón sonríe como tus ojos. Lo he superado. He superado mis miedos y me hubiera gustado enormemente que hubieras estado aquí para verlo.

Llegamos a la siguiente estación y nos detenemos. El siguiente túnel lo pasaré con los ojos abiertos. Es todo un reto pero sé que lo superaré, porque aún puedo ver tus ojos. De pronto abro los míos y te veo allí, sonriendo. Me alegro contigo desde la distancia pero tu desvías la mirada con nerviosismo. La mujer que va a tu lado, te habla al oído y tu ya no te atreves a mirarme. Sigues con la mirada ausente. Ahora es ella la que se ríe pero tu no consigues levantar la vista del suelo, que no puedes llegar a ver por las apreturas. Te besa en la oreja y tú la rehuyes pero ya está todo claro. Entramos en el túnel y con los ojos abiertos, veo los tuyos que parpadean lentamente. Pero ellos ya no sonríen, yo sin embargo sí. No te guardo rencor. Me has dado algo que vale más que todos los besos que pudieras darme en toda tu vida y tu sin embargo ni siquiera lo sabes.

Al llegar a la oficina, preparo mi trabajo como todos los días. Tú te has hecho el remolón y has llegado cinco minutos después. Cuando entras te miro sonriendo como siempre. Desde que te conozco, siempre lo he hecho. Tú no te atreves a mirarme. Al pasar junto a mi mesa te digo como todos los días.

- Buenos días Mario.
- Hola.- Susurras escuetamente. Yo sonrío, pero tu no.

 
 Autora: Nuria L. Yágüez

Seguir leyendo(...)


jueves, 18 de noviembre de 2010

¡¡¡¡ HEMOS NACIDO !!!!

Hoy ha nacido el hermano pequeño de Esperando a Gala. Por eso estamos celebrándolo. Gracias por tu apoyo para llegar hasta aquí. Sin ti no hubiera sido posible. GRACIAS, GRACIAS Y MIL VECES GRACIAS

Seguir leyendo(...)


sábado, 13 de noviembre de 2010

CANCIONES PARA EL OLVIDO

Estaba componiendo un tema maravilloso, "Canciones para el olvido" -dijo con orgullo- hubiera sido un éxito pero,..., se me olvidó el final.




Autora: Nuria López Yágüez

Leer más de la autora     Leer más Historias en 140 caracteres

Seguir leyendo(...)


lunes, 8 de noviembre de 2010

CORAZON DE ARENA

Cuando Ramón bajó del avión y vio su radiante BMW aparcado junto a la pista esperándole tal y como había ordenado, supo que nada iría mal. Esbozó una sonrisa radiante de orgullo y se deleitó mientras bajaba la escalerilla sintiéndose observado y envidiado. Su mujer que bajaba junto a él tuvo una impresión completamente distinta de aquel momento. Ella sabía lo efímero de su reino. Sabía que aquella avioneta privada, aquel coche y sus vestimentas no eran más que una fachada falsa, pues en realidad ellos vivían del dinero, que su suegro había ganado durante años de despacho y del que Ramón estaba dando buena cuenta. Sin embargo todo en la vida tenía un límite y sentía que el de aquella cuenta estaba cerca. Ramón había iniciado sus propios negocios sin la supervisión de su padre hacía un par de años, sin embargo estos no habían pasado de un par de ventas que habían originado casi más gastos que ganancias. Pero ahora había puesto toda la carne en el asador en aquella transacción, que según decía, sería el negocio de su vida. Decía que si salía bien ganarían suficiente dinero al año como para retirarse, cosa que a los treinta y cinco años, ella lo veía como mucho correr. El, por su parte, no parecía poner mucha atención a todo lo que allí se jugaba.

Junto al coche esperaban el traductor y el secretario de su futuro socio marroquí. El dúo observó la bajada del matrimonio con total admiración. Cuando llegaron al pie de la escalerilla, en un descenso que sólo a ella se le hizo largo, Ramón extendió su brazo para dar la mano a las personas que por ellos esperaban y estos le devolvieron el saludo, pero cuando lo hizo ella, los dos bajaron la cabeza en señal de respeto, pues su religión les impedía el contacto físico con una mujer y menos en público. Así que se quedó con la mano suspendida en el aire, confirmando lo que para ella antes era solo una sospecha, y era que no quería estar allí. Ramón sonrió con ironía y eso no ayudó a que se sintiera mejor.

Con la excusa de no sentirse bien después de un viaje tan movido, pidió que la dejaran sola en el hotel y nadie puso ninguna objeción. En aquella preferida soledad, se dedicó a intentar una comunicación telefónica que no consiguió, a solicitar en tres idiomas diferentes que la hicieran llegar un equipaje que no obtuvo y a llorar de desesperación por haber consentido de nuevo, que su marido decidiera por ella en su vida.

Tres horas después, que a ella le parecieron tres días, llamaron a la puerta. Al abrir, el traductor que su marido había contratado para aparentar pues ella hablaba perfectamente varios idiomas, le informó con perfecta corrección que su marido se retrasaría un poco. Sin embargo dos minutos después estaba intentando forzarla a una relación no consentida. Cuando ella consiguió zafarse de su abrazo y echarle por las malas de la habitación tomó la decisión que hacía tiempo debía haber tomado. En ese momento empezaría una nueva vida de independencia, donde nadie la dejaría con la mano tendida por respeto cuando minutos después intentara llevarla a la cama. Una nueva vida donde nadie decidiría por ella.

Cuando salió del hotel dispuesta a tomar el primer avión que la devolviese a Madrid, llegó Ramón ceñudo, en un coche destartalado. Le dirigió una mirada que ella supo interpretar como un “no me preguntes”, pero ella que estaba harta de no preguntar, pregunto. Después de fulminarla con otra mirada, escupió lo que consideraba una respuesta.
- Ya no hay ningún puto jeque árabe, no hay ningún puto negocio, ni hay dinero.
- ¿Y el coche?
- Tampoco hay coche. Me lo han robado. Voy a alquilar un Mercedes y mira lo que me han dado.
- Un Mercedes es. Aunque más que Merche, es la Sra. Mercedes, por la cantidad que años que tiene.
- No me jodas eh!, no me jodas. –Gritó él bastante alterado.
- Adiós.- Dijo ella suavemente sin dejar que su mal carácter la afectara, como pasaba normalmente. Y con la misma suavidad añadió.- Me voy.
- ¿Tú estás loca? ¿Dónde te crees que vas?- Como única respuesta, Ramón recibió una sonrisa.- ¿Pero quién habrás pensado que eres?
- Yo soy,..., yo soy lo mejor que tengo. Lo mejor que he tenido nunca. Y lo que tendré.- afirmó suavemente tratando de invadir a su marido con su tranquilidad.
- Tu no vas a ninguna parte sin mi.- Ella sonrió orgullosa por volver a sentir la protección de su marido, sintiendo que lo estaba consiguiendo.
- Entonces vayámonos juntos.- Dijo ella con cariño.
- Tengo que recuperar mi coche.- Gruñó Ramón mientras cerraba de un portazo.
- Nos íbamos a ir de aquí ricos y mira lo que tienes, una cuenta arruinada.
- Mucho cuidadito que aún tengo lo de mi padre.
- Una vieja tartana que ni siquiera es tuya.
- Yo tengo un BMW – vociferó- Solo tengo que encontrarle.
- Y lo que es peor por no tener no tienes ni el valor de verte arruinado.- Empezaba a sentir que las malas vibraciones de su marido podían afectarle, suspiró profundamente y se decidió.
- Un verdadero hombre de negocios resurge de la nada. Y aunque no esté pasando mi época más boyante, verás como recupero todo lo que he perdido.
- Promesas, promesas y más promesas.-Se la oía decir a ella cuando se dio la vuelta y se fue.
- ¿Dónde vas?- Gritó él- Ven aquí. ¡Ven inmediatamente!- Pero no fue, y él se quedó solo.- Y a ti ¿qué te pasa?- le gritó a un viejo que sentado en el suelo había visto la escena y sonreía.
- Es curioso- dijo el viejo- ver como la gente se aferra a lo que ya no tiene.
- ¿Y tú? ¿A que te aferras tú? ¿A un viejo paraguas que se cae a cachos?
- Yo por lo menos se lo que tengo. Mi viejo paraguas me protege del sol, a ti tu gran BMW ya no te lleva a ningún lado. Yo tengo lo que más vale y nunca lo perderé.

Ramón paso un día entero poniendo denuncias, ante unos policías a los que no entendía, pero que le hacían parecer más culpable que a los auténticos ladrones. Recorriendo barrios de miseria donde en vez de encontrar su coche casi pierde la vida. Y comiendo tierra de desierto y bebiendo sus propias lágrimas porque allí no tenía para nada más y el dinero de su padre no llegaba.

Conducía camino de un pueblo donde según le habían dicho llevaban coches robados. Donde para llegar había que atravesar el desierto, entre pistas de tierra y dunas, y cuando quiso darse cuenta se había perdido. Perdido de todo y hasta de si mismo. El coche no respondió más allá de su propia optimismo y a pocos kilómetros de la nada detuvo su lento caminar. A un largo trecho de que su optimismo le abandonara perdió su voluntad y cansado de subir dunas y bajar dunas, su cuerpo se desplomo entre la arena y el sol. Y lo poco de consciencia que quedaba en su cuerpo se deshidrató bajo el abrasador sol del desierto.

Tiempo después, ni él ni yo supimos cuanto, se despertó sin saber porqué. Cuando consiguió abrir los ojos, solo pudo ver una sombra negra que se alejaba de él. Su boca no estaba tan seca como su conciencia por lo que supo que algo de agua había bebido pero seguía teniendo sed. Descansaba bajo un paraguas negro y destartalado pero le faltaban ciertas cosas como la cartera y las llaves del coche.
- ¡Maldito viejo! No puedo creerme que me haya seguido hasta aquí para robarme la poca miseria que me quedara. No era nada pero era lo único que me quedaba. ¡Maldito ladrón! ¡Maldito avaro!

La misma rabia incapaz de contener que le hacía gritar y gritar se fue convirtiendo en lástima que trajeron un río de lágrimas que rodaron por sus mejillas y se secaron en el mismo instante en que tocaron la abrasante arena. Estafado, maleado y engañado no pudo más y se dejó caer de rodillas en la más clara señal de abatimiento que un hombre de negocios como él se podía consentir. En este momento volvieron a su mente las palabras que le escuchó decir al viejo: “Yo por lo menos se lo que tengo. Mi viejo paraguas me protege del sol, a ti tu gran BMW ya no te lleva a ningún lado. Yo tengo lo que más vale y nunca lo perderé.” Se aferró al paraguas y se levantó de nuevo con un brío nuevo, riendo a carcajadas.
- ¡Mira! Ya has perdido lo único que tenías ¡Viejo loco! Ahora el paraguas es mío. Ahora yo soy el sabio, el paraguas me tapa a mi del sol y sin embargo el coche que piensas robar no anda ¿Quién es el loco ahora? ¿Eh? ¿Quién es el loco?

Mientras pronunciaba estas palabras vio a sus pies la cantimplora vacía del viejo, estaba seguro de haber bebido y su camiseta estaba humedecida. “¿Por qué le habría dado el viejo el poco agua que le quedaba en la cantimplora?” Y como el mismo había gritado, era a el a quien cobijaba el paraguas de los rayos del sol. ¿Habría entendido aquel viejo chiflado ese trueque como un pago por su coche? ¿Habría tratado de ayudarle? ¿Y porque a él?

El sol empezaba ya a derretirse bajo la línea del horizonte cuando una figura humana tirando de un camello apareció en lo alto de una duna. Ramón se levantó como pudo y sacando fuerzas de flaqueza corrió hacia él pidiendo ayuda. Pero débil y deshidratado sus piernas perdían equilibrio a cada paso. Cuando comprendió que aquella persona caminaba hacia él comprobó que era el dueño del paraguas al que se aferraba. Cuando el anciano llegó hasta él, le ayudó a subir al animal sin decir una palabra.
- Mi nombre es Ibrahim, no temas nada vengo a ayudarte.
- Siento haberte roto el paraguas.- Dijo Ramón cuando consiguió reunir el valor suficiente.- El viejo sonrió y un hueco dejó ver que había perdido el diente de oro que antes brillaba en su boca.
- No pasa nada. No es imprescindible.
- Pero era lo único que tenías.- Dijo totalmente avergonzado.
- Te equivocas, eso era solo un lujo con el que me permitía cargar. Pero como todos los lujos de la vida, esas cosas que guardamos por si acaso, no son más que lastres que te anclan al suelo y te impiden volar.
- ¿Un lujo?- Preguntó sin entender sus palabras.
- Por supuesto, la vida es como el desierto. Y en el desierto solo hay tres cosas imprescindibles. Una cantimplora llena que solo se bebe hasta la mitad (necesario para el cuerpo), un corazón lleno de amor que solo se da hasta la mitad (necesario para el espíritu) y algo que no pese y valga lo suficiente como para salvar una vida (necesario para salir de un apuro).- Ramón no entendía a que se refería si no era su paraguas, los dos sonrieron y él se avergonzó más todavía.
- Gracias por estar dispuesto a perder tu diente por mi, gracias por la mitad de tu cantimplora pero ¿y el corazón? En el amor yo opino que es mejor darlo todo.- Esa charla en el atardecer del desierto estaba siendo lo más valioso que Ramón jamás aprendería.
- No amigo, tanto en el corazón como en la cantimplora hay que poner la mitad para ti y la mitad para el prójimo.
- ¿Para el prójimo?- Se extrañó Ramón- Tu viajas solo ¿por qué guardar la mitad para el prójimo?
- Si aparece no tendré miedo a dárselo porque es suyo y si no aparece tal vez sea yo quien lo necesite y si no lo he guardado corro el peligro de morir como tu, de sed y de tristeza.
- Tu dijiste el día que nos vimos, que sabias lo que poseías y no lo perderías nunca, Pero ahora todo me lo has dado a mí. Me diste tu agua, cambiaste tu diente por un camello que te ancla al suelo y estás malgastando tu amor conmigo. ¿Qué harás ahora que lo has perdido todo?
- ¿Sabes a que me refería cuando te dije que yo tenía lo que más vale y no lo perdería nunca?- Se acercaban ya a un campamento de tiendas, donde supuso se quedarían pues la noche empezaba a cubrirlo todo con su oscuro manto.
- A tu cantimplora, a tu diente de oro, a tu ,...,
- No. Eso es imprescindible pero no es lo que más vale. Lo que más vale es la mitad del amor que guardo para mí. Pues ese amor por ti te puede hacer conseguir todo aquello que desees, una cantimplora, un diente de oro,..., Sin embargo nada, absolutamente nada material puede hacer que te ames a ti mismo por encima de todas las cosas. Y lo bueno del amor es que nunca se acaba y nunca se malgasta.

Ramón levantó la mirada y observó una figura se acercaba a darles la bienvenida. Sólo cuando estuvo a su lado reconoció a su mujer. Parecía otra persona de la que él dejó en la puerta de aquel hotel. Parecía distinta de la persona con la que compartió sus mejores años. No solo sonreía su boca, también lo hacía con el corazón, con los ojos. Parecía exhalar sonrisas por cada poro de su piel. Supo entonces que ella se amaba más de lo que él la había amado hasta ese momento por eso fue capaz de huir a sanar sus propias heridas, pero la otra mitad de su amor era sólo suyo por eso no pudo más que volver a darle lo que solo a él le pertenecía.

Autora: Nuria L. Yágüez

Leer más de la autora      Leer más Cuentos

Seguir leyendo(...)


sábado, 6 de noviembre de 2010

POR BEBER DE TU VENENO

Quiero caracolear en tu melena,

rizadas olas de un mar que me lleva.
Mecerme en tus pestañas,
arriba y abajo, como el bálsamo de mis entrañas


Beberme el dulce jugo de tu boca.
Me vuelvo loca.
¡Dios mío! ¡Me vuelvo loca!


Que te aparten de mi mente
y de mis manos que te imaginan.
Que se lleven lejos este veneno
¡Lejos! Lejos de mi vida

Texto creado por: Nuria L. Yágüez

Leer más de la autora      Leer más poesía

Seguir leyendo(...)


viernes, 5 de noviembre de 2010

LAGRIMAS DE HIEL

¿Acaso tienes una perdida en tu vida?
¿Acaso pasaste un amanecer a solas?
¿Acaso sabes del dolor de quien a olvidar obligan?
Entonces no me cuentes porque lloras

Autora: Nuria L. Yágüez

Seguir leyendo(...)


jueves, 4 de noviembre de 2010

CARICIAS AGRIDULCES

Llegaba a tiempo una de esas caricias que levantan el ánimo y animan. Que enternecen el corazón cuando lo miran. Que te sacan del lodazal cuando ya no caminas.
Llegaba a tiempo.

Olga se hundía en la parte más oscura de su corazón desde hacía mucho tiempo y había estado a punto de tirar la toalla. No podía recordar cuando había cambiado su forma de ver la vida. Perdió su sonrisa en algún lugar, en algún momento, y lo más triste es que nunca la había echado de menos. Sólo cuando Sito la tumbó en la cama y acaricio su espalda en la más absoluta oscuridad añoró aquellos momentos. Una lágrima recorrió su garganta e inundó su corazón pero la soledad que había sentido, y de la que había tenido que defenderse, impidió que sus ojos se humedecieran. Olga permanecía tumbada de espaldas a los pies de la cama, y él apoyado sobre su codo, la acariciaba con ternura.
- ¿Qué ves?- Preguntó Sito.
- Nada, está todo a oscuras.- Se dio la vuelta para hablar con él.
- Para mí también y yo si veo. Veo mucha tristeza y veo que estás llorando. No por tus ojos, pero si en tu interior.
- Eres muy sensible, Sito. Pareces el príncipe de un cuento.- Sito le besó la cuenca de los ojos como siempre hacía. Ahuecó su pelo y le acarició el rostro. Adoraba aquel tacto. Sentía como Olga temblaba por el frío de aquella habitación. Él mismo estaba inquieto y no podía parar sus manos, que recorrían con entusiasmo aquella anatomía femenina.- Me encanta como me acaricias.
- Nunca te he pedido nada.- Empezó Sito a hablar con dulzura.- Nunca te he ofrecido nada. No lo hice por miedo a que lo rechazaras.- Medía sus palabras, pronunciándolas lenta y pausadamente por el miedo que tenía a decirlas.- Pero hoy si voy a hacerlo.- Acarició su rostro de nuevo.- Me voy y quiero que vengas conmigo. Quiero pasar el resto de mi vida junto a ti. Te necesito para respirar.
- ¿Dónde vas?- Preguntó como si fuera lo más importante ignorando el resto de su monologo.
- De ti depende. Si tú vienes iremos al paraíso. Y si no vienes iré lejos de todo lo que me recuerde a ti.- Por primera vez en mucho tiempo Olga exteriorizó sus sentimientos y una lágrima rodó por su mejilla.
- No me conoces, Sito. ¿Cómo puedes pedirme algo así?
- Porque me importas más que yo mismo. La parte que conozco de ti es tan bella, que no creo que hubiera nada de aquello que desconozco, que me hiciera cambiar mi forma de verte. Necesito tanto estar a tu lado que podría ir al infierno si tú estuvieras allí. Y sentirme cómodo.
- Te repito que no me conoces.- Sito suspiró cansado.
- Eso es lo que te pido, que me des la opción de conocerte para demostrarte lo verdadero que es mi amor.
- Te adoro.- Olga besos sus labios que tardaron en reaccionar y cuando Sito buscó su boca ella se había tumbado de nuevo. Él buscó su cara y acaricio sus labios en busca de lo que quedaba de aquel beso robado. Mendigo los restos de aquella esencia y suspiró de amor.
- Si es verdad que me adoras, y yo se que es verdad; ven conmigo.- Cada vez que Sito la pedía que fuera con ella una nueva lágrima brotaba de sus ojos.- No llores; es muy fácil, solo tienes que decir que sí.- Olga sonrió con ironía.
- No lo entiendes. No puedo.- Susurró.
- ¿Estás cómoda?
- Sí.
- ¿No ves? No es tan difícil. Acabas de decirlo. Sí; sí; no es tan difícil. Juntas los dientes y dejas que salga el aire. Es más fácil decir “sí” que decir “no”.- Olga sonreía de nuevo.
- No desvaríes. No puedo irme contigo. Mi lugar es este.

Sito abrazó el cuerpo flácido de Olga. Beso su cuello. Ella se dejó besar sin mover un solo músculo de su cuerpo, con los brazos lánguidamente extendidos en cruz. Abandonada a la desgana. Sito buscó su boca y la beso con firmeza, mordió sus labios y acarició su tacto con la lengua. Ella le cogió la cabeza y le beso con sentimientos fingidos. Sito lo intuyó e intentó apartarse pero ella se abrazó a él con fuerza.
- No me beses así. Se que hasta ahora no he sido nada para ti pero ahora quiero ser tuyo.
- Sito por favor. Yo solo,...,
- No Olga, no. No lo digas. Nunca te había besado con pasión porque nunca busqué un beso forzado. Nunca hicimos antes el amor porque no quería sexo, sino amor. Y si lo hicimos el último día que nos vimos, antes de tu viaje fue por amor. O por lo menos yo pensé que era amor, pero ahora creo que me equivoqué.
- No, amor mío. He entendido todo lo que trataste de decirme con gestos, pero no soy más que una ,...,- Olga se detuvo y sentenció- Soy una puta. ¿Sabes lo que es eso?
- Esa será tu profesión pero tus sentimientos hacia mí están muy lejos de eso.- Olga suspiro profundamente pues sabía que era verdad. Estaba ciegamente enamorada de Sito, pero en su cabeza había una tremenda barrera que siempre le había impedido sentir amor por un cliente. Su amor era incapaz de saltar ni derribar aquella barrera pues con el paso de los años ella se había encargado de reforzarla. Sito no dejaba de acariciar su cara y sentía en ella la tensión.- Sobre todo no me ignores.- Suplicó Sito.- Te lo pido por favor, no ignores lo que sientes.
- Vale, es cierto, te quiero más que a nada en el mundo. Pero amo la parte de ti que conozco, no se si podría amar al resto de tu ser como te amo a ti.- En realidad Olga solo había necesitado una cosa de Sito y ya la tenía. Ahora le adoraba por lo que le había enseñado pero lo que le había enseñado era justamente que no necesitaba a nadie. De Sito aprendió que por muy triste que pareciera su vida en ese momento, era su vida porque ella la había elegido para si. Y que cuando ella quisiera podía cambiarla. Porque en su mano estaba el poder hacerlo.- Creo que no te amo como tú me amas a mi y no quiero hacerte daño.
- Probémoslo.- Sito no quería darse por vencido.- Hiéreme, yo se que quien juega con fuego se quema, pero yo tengo el mechero en mi mano y quiero jugar con él. Soy adulto como para decidir si quiero quemarme o no.
- Pero Sito no nos conocemos.- Insistió ella.
- Alfonso Celesner y ¿usted? Olga García ¿Verdad?- Dijo tendiéndole la mano. Se levantó, encendió la luz y sirvió dos vasos de Ron-miel. Él seguía con su mano extendida y ella le puso en ella uno de los vasos. Sito lo bebió de un trago y se dejó caer en la cama de espaldas abatido por la negativa. Él sabía que siempre la había esperado a ella. No sabía porque, pero eran muchos pequeños detalles los que le hicieron saber desde el mismo momento en que los presentaron, que siempre que pensó en una mujer lo hizo en ella. Pero no sabía como hacérselo ver. Temía que si se lo decía directamente ella se asustara y saliera corriendo sin más y la perdiera para siempre.- Tú no lo entiendes pero te necesito a mi lado Olga.

Olga bebía lentamente, en silencio, sentada en el silloncito azul de raso que había junto al tocador. Le miraba y sentía auténtica lástima por él. Ocultó su cara entre las manos y lloró en silencio. Él habló desde su apartado retiro.
- Recuerdo la primera vez que nos vimos. Tú habías ido a la fiesta de un amigo. Yo pude ver desde el primer momento que tu corazón pedía amor. Y tú presentiste con acierto que el mío pedía compañía. Y te detuviste durante veinte minutos, después de tu baile para hablar conmigo. Cuando te levantaste de mi lado empecé a echarte de menos. Y a los diez minutos de irte ya tenía tu teléfono en mis manos. Te llamé y una fría recepcionista me ofreció la tarifa de tus servicios. Yo pregunté “¿Y casarme con ella? ¿Cuánto me costaría casarme con ella?” Ella no sonrió siquiera, pero me dio cita para la noche siguiente. Tú te asombraste cuando después de cenar te dejé en la puerta del taxi sin acariciarte la cara siquiera. Así un día tras otro. Hoy ha sido la primera vez que has venido tú a mí. Es nuestra primera cita sin dinero de por medio. ¿Por qué lo has hecho? Mira en tu interior y dime si no es amor lo que has sentido para llamarme y quedar conmigo.
- Sólo he venido a decirte que no volveremos a vernos nunca más. Te pido que si algún día alguien te pregunta a quien amaste, no le hables de mí. Miente y di que nunca encontraste el amor en tu vida. Nunca pienses en lo que no te pude dar.- Sito sintió como si le atravesaran el corazón con un hierro incandescente.- Quiero que sepas que eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Te quiero con locura y tú lo sabes. Yo por mi parte, simularé con una sonrisa en los labios, si alguien me pregunta, que nunca te conocí. Y cuando mi hijo me pida que le cuente un cuento, le contaré la historia de una princesa que se enamoró de un trovador ciego que vio una noche en un sueño y que desde entonces vivió para soñar cada noche con él. Y por eso la creyeron loca.
- ¿Tienes un hijo?
- No, todavía no.

Se mantuvieron por un momento absortos en sus pensamientos. Después él se levantó y buscó en el suelo su bastón blanco. Buscó torpemente a Olga en un espacio que le era desconocido, tropezando con todo lo que encontró en su camino. Se arrodillo delante del sillón y se abrazó a ella, puso su cara entre sus piernas y dijo.
- Si quieres que me vaya, muy a mi pesar, me iré. Pero no me pidas que te olvide, porque eso si que no podré hacerlo nunca.
- Vale, no me olvides pero no me recuerdes con el amor con que lo haces ahora, porque me destrozas el corazón.

Estuvieron abrazados toda la noche. Acariciándose con un amor que se les escapaba entre los dedos. A la mañana siguiente abandonaron el hotel y con un abrazo sentenciaron el final de un amor que ninguno de los dos pudo dar por terminado. Un taxi se llevó a Olga y Sito se dio la vuelta para no verlo.

Autora: Nuria L. Yágüez
Leer más de la autora      Leer más Cuentos

Seguir leyendo(...)


martes, 2 de noviembre de 2010

DONDE ESTABAS CORAZÓN

Una noche me desperté y no te hallé a mi lado. Corrí en tu busca más no te hallé y mis brazos no encontraron consuelo. Entonces esperé tras la puerta tu regreso, pero pasaron los días y el desconsuelo de mis brazos corrió por todo mi ser llegando a mi corazón. Recogí algunas de mis lágrimas para no olvidar nunca el dolor tan grande que provoca tu ausencia. Corrí por estériles campos buscándote bajo un sol abrasador, más mi esfuerzo solo sirvió para ensangrentar mis pies y secar mis labios. Pregunté a la oreja de mar por si había oído hablar de ti, pero como no tenía boca no supo darme explicaciones. Surqué los vientos en busca de tu aroma pero olvidé que no se volar y las heridas que provocó mi caída fueron profundas. Consulté a las rosas y me pinché en la esperanza. Cada noche, en mi soledad, no hallaba mas que un vacío nuevo en mi corazón. Grité tanto y tan fuerte llamándote en la oscuridad que perdí también la voz. En el silencio, no escuché más que al silencio. Y tomé una decisión. Recorrería los países en busca de las gentes más felices, pues comprendí que a su lado estarías. No hay mayor felicidad que tu compañía. Metería en mi maleta lo único que necesitaría para encontrarte paciencia, constancia, mi dolorida esperanza y todo el amor que había ido juntando durante tu ausencia, para dártelo cuando te encontrara. Al abrir uno de mis cajones observé algo que había estado siempre conmigo y en lo que no había reparado.
TU RECUERDO.

Fue tan grande él sentimiento que invadió mi corazón,..., Y así fue como comprendí que nunca te habías ido de mi lado. Sencillamente fuiste en busca de nuevas aventuras para comprobar que no hay mayor aventura que la que tu y yo vivimos cada día y ,...,
CADA NOCHE




Autora: Nuria L. Yágüez

Leer más de la autora      Leer más Cartas



Seguir leyendo(...)